24 de marzo de 2017




Hunde tu rostro en tus manos

Porque hemos cruzado el río y el viento sólo ofrece un remolino entumecido de frío y nos hemos adaptado mansamente, sin esperar ya nada más que lo que nos ha sido dado, sin preguntar cómo es que llegamos a este lugar, no nos importa que nada haya resultado como esperábamos. No hay manera de dispersar la niebla en la que vivimos, no hay manera de saber que hemos aguantado un día más. La silenciosa nieve del pensamiento se derrite antes de que pueda cuajar. Nadie tiene idea de dónde estamos. Las puertas a ninguna parte se multiplican y el presente queda tan lejos, tan profundamente lejos.



De Casi invisible